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Propuesta para la conversión de la industria militar en inversión civil de utilidad social

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Cartel de la propuesta para la conversión de la industria militar en inversión civil de utilidad social

Como quiera que sea, la situación actual presenta por sí misma una vía de intervención antagonista que se abre hacia dos vertientes, una que incide sobre el gasto público y su orientación concreta hacia la producción de bienes de uso social, y otra, con todavía más claras implicaciones estructurales en cuanto a la acumulación de capital, a saber, la transformación del tejido industrial desde la producción de mercancías o valores de cambio hacia la producción de bienes de uso social.

(…) Todo ello significa que la eventual reconversión industrial hacia la producción social dependerá de que la población proletarizada, comenzando por la fuerza de trabajo directamente implicada, asuma esta reivindicación como uno de sus ejes de intervención estratégica. Una prueba de fuego para la unidad de clase pues lo que está en juego es la alianza de las facciones de la clase trabajadora asalariada en los sectores de la nocividad y la producción de desperdicio (armamento) y el conjunto de la población proletarizada. A fin de cuentas, la lucha de clases también atraviesa a la propia clase trabajadora.

Valgan estos párrafos del libro Capitalismo patológico, de Corsino Vela (Kaxilda, Donostia, 2021) para enmarcar la propuesta (y la reflexión previa que a ella conduce) que presentamos en las siguientes líneas: impulsar desde el antimilitarismo, en trabajo conjunto con las plantillas afectadas, sus representantes sindicales y con las organizaciones sociales dispuestas a ello, la inaplazable e imprescindible conversión de la industria y la investigación militar en civil de utilidad social.

Porque, como señalaba en el anterior número de EZ una de nosotras, el antimilitarismo no debe caer en la inercia de intentar volver a lo de antes (las campañas anuales y habituales de denuncia contra el gasto militar, contra las fábricas de armamento o los cuarteles…), por cómodo que resulte, sin tener en cuenta que la situación que ha generado la pandemia y todo lo relacionado con ella exige centrar nuestros esfuerzos en impulsar el imprescindible y radical cambio económico-social-político-cultural-filosófico-ético que impida que todo siga como estaba, pues en ello está la base y el origen de lo acontecido. Tenemos que saber leer el momento actual y las respuestas que nos exige, así como aprovechar también las ventanas de oportunidad que nos ofrece para avanzar en algunas propuestas prácticas y concretas sobre transformaciones de fondo que hasta ahora, dada la autocomplaciencia social reinante, no podíamos sino plantear teóricamente para que se según quién las archivaran en la carpeta de propuestas utópicas o ingenuas.

En esa línea, pensamos que una de las ventanas de oportunidad que ha traído consigo el desarrollo de la pandemia es el hecho de que, durante su transcurso, grandes grupos de la sociedad donde hasta ahora no era tan evidente, han constatado la inutilidad de las armas y la industria militar a la hora de garantizar la vida de las personas, y la conveniencia y urgencia de que los cuantiosos recursos públicos hasta ahora en ella derrochados se destinen a poner en marcha e impulsar la producción civil de utilidad social, que cuando hemos necesitado nos hemos percatado de que no poseemos (en la pandemia, por ejemplo, respiradores, mascarillas y demás). Es más, algunos de esos productos han terminado siendo elaborados por varias empresas de la industria militar, haciendo aún más evidente la posibilidad/conveniencia de esa conversión. También ha quedado patente socialmente la imperiosa necesidad de invertir en investigación sanitaria, y la inutilidad social de la investigación con fines armamentísticos.

Es por todo ello que nos parece urgente y prioritario abordar la tarea de qué pasos concretos se podrían dar para, haciendo surgir un debate social sobre la necesidad de abandonar el trabajo improductivo o productor de desperdicio que supone la industria militar para dedicar los recursos (humanos, presupuestarios, tecnológicos, científicos…) hasta ahora a ella dedicados a trabajos o inversiones socialmente necesarios.

Aunque no sea la dinámica habitual del movimiento antimilitarista de los últimos años, ni la de buena parte de los movimientos populares y sociales actuales, la propuesta que presentamos no se basa en una campaña anual (o de reiteración anual), sino en una apuesta a medio plazo por dar pasos concretos hacia la conversión, por lo que requiere de un trabajo más extendido en el tiempo. Y en buen parte su urgencia viene determinada por el hecho de no saber cuánto puede durar la comentada ventana de oportunidad, teniendo en cuenta, entre otras cosas, que es de esperar que desde el complejo militar industrial y sus potentes lobbys comiencen también con iniciativas de lavado de cara que permitan justificar la “necesidad de mantener e incluso potenciar la producción militar”. Es por ello que creemos conveniente debatir inicialmente entre los grupos antimilitaristas lo antes posible la oportunidad de este trabajo conjunto (en ello se está mientras se redactan estas líneas) ya que pensamos que la iniciativa debería ser lo más amplia posible, y con dimensión de Euskal Herria (si para ello se pudiera contar con grupos o personas de Iparralde).

Pero, al mismo tiempo, estamos convencidas que la propuesta no puede/debe ser capitalizada por el movimiento antimilitarista y, por lo tanto, éste habrá de saber tejer complicidades y unir esfuerzos con personas y colectivos variopintos con los que habitualmente no ha trabajado (plantillas de las empresas, sus representantes sindicales, organizaciones de estudiantes…). Y ese esfuerzo debe iniciarse por el lenguaje (intentando esquivar el metalenguaje antimilitarista) de esta propuesta.


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