Artículo en Público: "Sobre el programa nuclear de Irán"
El programa nuclear iraní despierta periódicamente, en función de la coyuntura internacional, gran preocupación a la comunidad occidental. El origen de esta preocupación está en la posibilidad que Irán posea suficiente uranio altamente enriquecido para construir una bomba nuclear. El problema, evidentemente, es más complejo. Veamos cual es la situación.
Antecedentes
Desde principios de la década de 2000, la construcción por parte de Teherán de instalaciones de enriquecimiento de uranio mediante centrifugación de gas ha sido la principal fuente de preocupación. Estas centrifugadoras pueden producir tanto uranio poco enriquecido, que puede utilizarse en reactores de producción de electricidad, como uranio altamente enriquecido, para utilizarlo en bombas. En este último caso el proceso es más costoso y más largo. El temor a que Irán alcanzase material físil suficientemente enriquecido para fabricar una bomba nuclear llevó a Estados Unidos a implantar una serie de sanciones económicas con el propósito de evitar este desarrollo. La Unión Europea se sumó a esta decisión.
El 14 de julio de 2015, Alemania, China, los Estados Unidos, Rusia, Francia y el Reino Unido, con la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad e Irán acordaron el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés). El JCPOA exigía que Irán implementase diversas restricciones a su programa nuclear y que aceptase un seguimiento específico por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), a cambio de aliviar las sanciones occidentales. Dichas restricciones limitaban tanto su capacidad de enriquecimiento de uranio como las reservas de uranio enriquecido hasta un máximo de 300 kilogramos de UF6 con un contenido de un 3,67% de U-235.
En mayo de 2018, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Estados Unidos pondría fin a su participación en el JCPOA y volvería a imponer sanciones, que serían devastadoras en el terreno financiero y del comercio de petróleo. Esta decisión condujo a que, desde el 8 de mayo de 2019, el Irán dejase paulatinamente de cumplir sus compromisos y de implementar gran parte de ese acuerdo. Desde entonces Irán restringió algunas de las actividades de verificación y vigilancia de la OIEA relacionadas con el JCPOA.
Situación actual
La preocupación sobre el programa nuclear iraní aumentó cuando, el febrero pasado, Rafael Mariano Grossi, Director General de la OIEA, declaró que “Irán no es completamente transparente” y que ello “aumenta el peligro”, se sobrentiende que Irán adquiera el material físil para fabricar una bomba nuclear. Como réplica a estas declaraciones el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Nasser Kanaani, durante una conferencia de prensa en Teherán afirmó “Irán ha dicho repetidamente que su programa nuclear sólo sirve para fines pacíficos. Las armas nucleares no tienen lugar en nuestra doctrina nuclear”.
Seguramente ha contribuido al aumento de esta preocupación por el programa nuclear iraní, el ataque realizado por parte de Irán sobre Israel en represalia al ataque que Israel perpetró al consulado iraní en Damasco.
Según los informes de la OIEA, este organismo no ha podido verificar con precisión las existencias totales de uranio enriquecido del Irán desde 2021. A pesar de ello estima que, a 10 de febrero de 2024, las existencias totales de uranio enriquecido del Irán eran de 5.525,5 kg. De los cuales, 5.164,5 kg en forma de UF6, con diferentes riquezas de U-235, distribuidos de la siguiente forma: 1.934,0 kg de uranio enriquecido hasta el 2 % (un aumento de 716,8 kg desde el informe trimestral anterior); 2.396,8 kg de uranio enriquecido hasta el 5 % (+178,7 kg); 712,2 kg de uranio enriquecido hasta el 20 % (+145,1 kg), y 121,5 kg de uranio enriquecido hasta el 60 % (con una disminución de 6,8 kg).
Según el Director General del OIEA, Rafael Mariano Grossi, Irán no tiene ninguna necesidad práctica de uranio enriquecido al 60% de U-235. La única central nuclear operativa del país, la de Bushehr, funciona con uranio enriquecido a menos del 5% de U-235 y Rusia proporciona ese combustible. Irán tiene en funcionamiento un reactor de investigación que utiliza uranio enriquecido al 20% de U-235, que Teherán importa.
Recordemos que el material fisil necesario para construir una bomba nuclear debe estar enriquecido por encima del 90% de U-235. Por tanto, según ese último informe de la OIEA, Irán no tiene la capacidad real de construir una bomba nuclear en las actuales circunstancias. Ahora bien, si fuese capaz de enriquecer todo este material de uranio por encima del 90% de U-235, sí que dispondría del material suficiente para fabricar varias bombas.
Pero disponer del material fisil no es suficiente para producir y utilizar una bomba. Se requiere de una tecnología avanzada para diseñar y fabricar el dispositivo explosivo. Parece que Irán dispone de suficiente bagaje tecnológico para alcanzar este fin. Y, finalmente, se requiere de un medio de transporte de la bomba para que esta alcance su objetivo. Irán podría utilizar aviones, pero podrían ser detectados y, seguramente, derribados. Se especula si Irán puede utilizar sus misiles como vehículo para una hipotética arma nuclear.
Las capacidades técnicas de Irán han avanzado considerablemente desde la retirada de Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto en 2018. Ali Akhbar Salehi, exministro de Asuntos Exteriores y exjefe de la Organización de la Energía Atómica de Irán (AEOI) de 2013 a 2020, comentó, en una entrevista del 11 de febrero que el país ha superado “todos los umbrales científicos y tecnológicos nucleares” para producir una bomba nuclear. A pesar de ello, los funcionarios iraníes, incluido el actual jefe de la AEOI, Mohammad Eslami, siguen diciendo que Irán no está interesado en armas nucleares. En una entrevista del 13 de enero, Eslami dijo que las armas nucleares no son parte de la estrategia de defensa y seguridad de Irán. Dijo que Irán puede construir un arsenal nuclear pero “no queremos hacerlo”.
Perspectivas
Se ha especulado también sobre la orientación que pueda tener el programa nuclear iraní después de los ataques realizados por Israel. En el pasado Israel asesinó a varios científicos nucleares iraníes y había lanzado varios ataques contra las instalaciones nucleares del país. Además perjudicó las centrifugadoras de la planta de Natanz mediante el malware informático Stuxnet, desarrollado conjuntamente por EUA e Israel. Los ataques a instalaciones nucleares iranís aumenta el riesgo de proliferación. Recordemos que después que Israel saboteara la instalación de enriquecimiento de Natanz en 2021, Irán comenzó a enriquecer uranio al 60%.
Tras el reciente aumento de las tensiones con Israel, el comandante de la Guardia a cargo de la seguridad nuclear, Ahmad Haghtalab, dijo que las amenazas israelíes podrían empujar a Teherán a “revisar su doctrina nuclear y desviarse de sus consideraciones previas”. No olvidemos que Israel posee unas 90 cabezas nucleares, según estimaciones del FAS.
A pesar de ello, consideramos que el punto crucial para el desarrollo del conflicto sobre el programa nuclear iraní es la evolución de las sanciones occidentales al país. El jefe de la OEAI, Mohammad Eslami, afirma que las sanciones contra el país deben levantarse antes de que Teherán cumpla sus compromisos nucleares. Elsami dijo que las sanciones no han logrado detener el programa nuclear del país. En un discurso del 15 de diciembre, dijo que Irán seguirá invirtiendo en la expansión de sus actividades de energía nuclear. Todo indica que las autoridades iraníes intentan utilizar su programa nuclear para conseguir la suspensión, o la relajación de las sanciones.
Las sanciones occidentales a Irán hicieron mucho daño al país en el periodo 2018-2020. Muestra de ello es la variación que han experimentado las exportaciones de petróleo del país. Alcanzaron un mínimo histórico en 2020 (404.000 barriles diarios), frente a los 2,1 millones de barriles de 2017. A partir de 2020, las exportaciones han remontado hasta superar el millón de barriles diarios a finales de 2023. Este espectacular aumento se ha producido, en gran parte, gracias a las compras de China. La producción de petróleo el pasado año fue de 2,99 millones de barriles diarios.
La administración Biden continúa aplicando sanciones contra Irán. La situación internacional ha cambiado radicalmente desde 2018. Hoy Irán está fortaleciendo las relaciones con Rusia y con China. Es posible que las sanciones tengan un impacto menor en la economía iraní en un futuro inmediato.
Para acabar
Es preocupante la posibilidad de que un nuevo estado pueda poseer armas nucleares, pero el foco de la preocupación debe dirigirse hacia aquellos estados que ya las poseen. Las armas existentes ya pueden, evidentemente, ser usadas de forma intencionada o accidental, con las consecuencias catastróficas bien conocidas. Aún más preocupante es la actitud de algunos políticos que, sin ningún escrúpulo, proponen usarlas.
No es descartable que Irán retomase el programa nuclear como moneda de cambio para conseguir minimizar las sanciones. No hay que ahorrar esfuerzos para alcanzar un nuevo acuerdo con Irán que evite que se convierta en un nuevo estado nuclearmente armado. Es decir, reanudar el diálogo y no usar la amenaza como hasta ahora. Hasta el momento las sanciones sólo han generado un deterioro importante en las condiciones de vida de la población iraní y no han resuelto el problema. En el enfrentamiento secular entre Irán e Israel, Estados Unidos se posiciona claramente a favor de Israel, relegando el diálogo con Irán. Los países europeos podrían asumir el papel de mediador, incentivando la diplomacia y planteando la reducción o anulación de las sanciones contra Irán como medio para que este país deje de sentirse amenazado y abandone su programa nuclear.