La amenaza de las armas completamente autónomas
Los EE. UU., China, Israel, Corea del Sur, Rusia y el RU están desarrollando sistemas de armamento con una autonomía importante en funciones críticas para seleccionar y atacar objetivos. Si no se hace nada al respecto, el mundo podría entrar en una carrera desestabilizante de armas robóticas.
Reemplazar las tropas por máquinas haría que la decisión de entrar en guerra fuera más sencilla, y desplazaría más la carga del conflicto hacía los civiles. Las armas enteramente autónomas cometerían errores trágicos con consecuencias nunca antes vistas que podrían avivar las tensiones.
Las armas autónomas tampoco tendrían el juicio necesario para evaluar la proporcionalidad de un ataque, distinguir civiles de soldados, y obedecer los principios básicos de las leyes de la guerra. La historia muestra que su uso no estaría limitado a determinadas circunstancias.
¿Quién es el responsable?
No está claro quién, si es que hubiese alguien, que fuese responsable por las acciones ilegales causadas por un arma enteramente autónoma: el programador, el fabricante, el comandante, o la máquina en sí. Esta brecha de responsabilidad complicaría el asegurar la justicia, sobre todo para las víctimas.
¿Cómo afectan a los derechos humanos?
Las armas enteramente autónomas podrían ser utilizadas en circunstancias fuera del conflicto armado, como en controles de fronteras y vigilancia. Podrían ser utilizadas para deshacer protestas y sostener regímenes. La fuerza que se supone que no es letal, podría de igual manera provocar muchas muertes.
La solución
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Prohibir el desarrollo, producción y uso de armas autónomas.
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Conservar un control humano sobre la determinación de objetivos y decisiones de ataque al prohibir el desarrollo, producción y uso de armas enteramente autónomas.
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Legislar la prohibición mediante leyes nacionales y tratados internacionales.
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Todos los países deberían comprometerse a crear un tratado de prohibición que establezca el principio del control humano sobre el uso de la fuerza.
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Todas las organizaciones y empresas tecnológicas, al igual que individuos trabajando para desarrollar inteligencia artificial y robótica, deberían comprometerse a evitar contribuir al desarrollo de armas autónomas.